Carlos III de España (n. 1716)
Carlos III (Charles Sebastian; español: Carlos Sebastián; italiano y napolitano: Carlo Sebastiano; siciliano: Carlu Bastianu; 20 de enero de 1716 - 14 de diciembre de 1788) fue rey de España (1759-1788). También fue duque de Parma y Piacenza, como Carlos I (1731-1735); Rey de Nápoles, como Carlos VII, y Rey de Sicilia, como Carlos V (1734-1759). Era el quinto hijo de Felipe V de España y el hijo mayor de la segunda esposa de Felipe, Isabel Farnesio. Defensor del absolutismo y el realismo ilustrados, accedió al trono español el 10 de agosto de 1759, tras la muerte de su medio hermano Fernando VI, que no tenía hijos.
En 1731, Carlos, de 15 años, se convirtió en duque de Parma y Piacenza, como Carlos I, tras la muerte de su tío abuelo sin hijos Antonio Farnesio. En 1738 se casó con la princesa María Amalia de Sajonia, hija de Augusto III de Polonia, que era una mujer culta y culta. La pareja tuvo 13 hijos, ocho de los cuales llegaron a la edad adulta, entre ellos Carlos, heredero al trono español. Charles y Maria Amalia residieron en Nápoles durante 19 años. Obtuvo una valiosa experiencia en su gobierno de 25 años en Italia, por lo que estuvo bien preparado como monarca del Imperio español. Sus políticas en Italia prefiguraron las que implementaría en su gobierno de 30 años en España. Como rey de España, Carlos III hizo reformas de gran alcance para aumentar el flujo de fondos a la corona y defenderse de las incursiones extranjeras en el imperio. Facilitó el comercio y el comercio, modernizó la agricultura y la tenencia de la tierra, y promovió la ciencia y la investigación universitaria. Implementó políticas regalistas para aumentar el poder del estado con respecto a la iglesia. Durante su reinado, expulsó a los jesuitas del Imperio español. Reforzó el ejército y la armada españoles. Aunque no logró un control total sobre las finanzas de España y, a veces, se vio obligado a pedir prestado para cubrir los gastos, la mayoría de sus reformas tuvieron éxito en proporcionar mayores ingresos a la corona y expandir el poder del estado, dejando un legado duradero. En el Imperio español, su régimen promulgó una serie de reformas radicales con el objetivo de poner los territorios de ultramar bajo un control más firme del gobierno central, revirtiendo la tendencia hacia la autonomía local y ganando más control sobre la Iglesia. Reformas que incluyen el establecimiento de dos nuevos virreinatos, la realineación de la administración en intendencias, la creación de un ejército permanente, el establecimiento de nuevos monopolios, la revitalización de la minería de plata, la exclusión de los españoles nacidos en Estados Unidos (criollos) de los altos cargos civiles y eclesiásticos, y la eliminación de muchos privilegios (fueros) del clero. El historiador Stanley Payne escribe que Carlos III "fue probablemente el gobernante europeo más exitoso de su generación. Había brindado un liderazgo firme, consistente e inteligente. Había elegido ministros capaces... [su] vida personal había ganado el respeto de la gente." La evaluación de John Lynch es que en la España borbónica "los españoles tuvieron que esperar medio siglo antes de que su gobierno fuera rescatado por Carlos III".