La Conferencia de Whitehall termina con la determinación de que no había ninguna ley que impidiera a los judíos volver a entrar en Inglaterra después del Edicto de Expulsión de 1290.

La Conferencia de Whitehall fue una reunión de destacados comerciantes, clérigos y abogados ingleses convocada por Oliver Cromwell con el propósito de debatir si los judíos deberían ser readmitidos en Inglaterra. La conferencia duró del 4 al 18 de diciembre de 1655.

Si bien el propio Cromwell estaba a favor del reasentamiento judío, los participantes finalmente se dividieron en tres grupos.

Los comerciantes de Londres se opusieron al reasentamiento por temor a la competencia económica, mientras que los clérigos no estaban a favor por motivos religiosos.

El segundo grupo, formado principalmente por funcionarios de Cromwell y figuras militares, apoyó la readmisión con ciertas precauciones incorporadas. Estaban a favor de dar a los judíos un período de prueba durante el cual podrían ser expulsados ​​si se portaban mal. Se esperaba que no blasfemaran de Cristo ni intentaran convertir a los cristianos.

El tercer grupo estaba formado por los milenaristas y los sabatarios, quienes se dividieron en alas radicales y más conservadoras. El ala conservadora de esta facción apoyó la readmisión con cláusulas incorporadas que harían posible que los judíos fueran expulsados ​​si las cosas no salían según lo planeado. El ala radical argumentó que era el deber divino de Inglaterra readmitir a los judíos o enfrentar la ira de Dios. La mayoría de los miembros de esta tercera facción esperaban convertir a los judíos al cristianismo a su llegada a Inglaterra, acelerando así la segunda venida y el advenimiento de la era mesiánica.

Si bien la conferencia no logró llegar a una conclusión definitiva sobre si se debe llevar a cabo la readmisión judía, fue importante para aclarar que el reasentamiento era legalmente permisible. La mayoría de los juristas destacados coincidieron en que "no hay ley que prohíba su venida (de los judíos)". Esto era correcto, ya que los judíos habían sido expulsados ​​de Inglaterra por el Edicto de Expulsión de 1290 sobre la base de un decreto real, no sobre la base de una legislación parlamentaria. Este hallazgo resultaría crucial para la eventual readmisión de judíos en la década de 1660.