Piers Gaveston, primer conde de Cornualles, político inglés (n. 1284)
Piers Gaveston, primer conde de Cornualles (c. 1284 - 19 de junio de 1312) fue un noble inglés de origen gascón y el favorito de Eduardo II de Inglaterra.
A una edad temprana, Gaveston causó una buena impresión en el rey Eduardo I, quien lo asignó a la casa del hijo del rey, Eduardo de Caernarfon. La parcialidad del príncipe por Gaveston fue tan extravagante que Eduardo I envió a Gaveston al exilio, pero fue llamado unos meses después, después de que la muerte del rey condujera a la ascensión del príncipe como Eduardo II. Edward otorgó el condado de Cornualles a Gaveston y arregló que se casara con la sobrina de Edward, Margaret de Clare, hermana del poderoso conde de Gloucester.
El acceso exclusivo de Gaveston al rey provocó a varios miembros de la nobleza y, en 1308, el rey se vio nuevamente obligado a enviarlo al exilio. Durante esta ausencia, se desempeñó como Lord Teniente del Rey de Irlanda. Sin embargo, Edward logró negociar un trato con la oposición y Gaveston regresó al año siguiente. A su regreso, su comportamiento se volvió aún más ofensivo, y por las Ordenanzas de 1311 se decidió que Gaveston debería ser exiliado por tercera vez, para sufrir la proscripción si regresaba. Sin embargo, regresó a fines de 1311 y en 1312 fue perseguido y ejecutado por un grupo de magnates liderados por Thomas, segundo conde de Lancaster, y Guy de Beauchamp, décimo conde de Warwick.
Los cronistas medievales alegaron (como se analiza más adelante en "Cuestiones de sexualidad") que Eduardo II y Piers Gaveston eran amantes, un rumor que se vio reforzado por representaciones posteriores en la ficción, como la obra de teatro de finales del siglo XVI de Christopher Marlowe, Eduardo II. Esta afirmación ha recibido el apoyo de algunos historiadores modernos, mientras que otros la han cuestionado. Según Pierre Chaplais, la relación entre los dos era la de una hermandad adoptiva, y Gaveston se desempeñó como diputado no oficial de un rey reacio. Otros historiadores, como JS Hamilton, han señalado que la preocupación por la sexualidad de los dos hombres no estaba en el centro de las quejas de la nobleza, que más bien se centraba en el acceso exclusivo de Gaveston al patrocinio real.