Pánico de 1837: los bancos de la ciudad de Nueva York quiebran y el desempleo alcanza niveles récord.
El pánico de 1837 fue una crisis financiera en los Estados Unidos que desencadenó una gran depresión, que duró hasta mediados de la década de 1840. Las ganancias, los precios y los salarios bajaron, la expansión hacia el oeste se estancó, el desempleo aumentó y abundó el pesimismo.
El pánico tuvo orígenes tanto nacionales como extranjeros. Las prácticas crediticias especulativas en Occidente, una fuerte caída en los precios del algodón, el colapso de una burbuja inmobiliaria, los flujos internacionales de especies y las políticas crediticias restrictivas en Gran Bretaña fueron factores. También fue clave la falta de un banco central para regular los asuntos fiscales, que el presidente Jackson había asegurado al no extender el estatuto del Segundo Banco de los Estados Unidos. Esta economía en crisis de principios de 1837 llevó a los inversores al pánico (se produjo una corrida bancaria), lo que dio nombre a la crisis. La corrida llegó a un punto crítico el 10 de mayo de 1837, cuando los bancos de la ciudad de Nueva York se quedaron sin oro y plata. Suspendieron los pagos en especie y ya no canjearían el papel comercial en especie a su valor nominal total. Siguió un colapso económico significativo. A pesar de una breve recuperación en 1838, la recesión persistió durante aproximadamente siete años. Casi la mitad de todos los bancos quebraron, las empresas cerraron, los precios bajaron y hubo un desempleo masivo. De 1837 a 1844 la deflación de salarios y precios fue generalizada. La falta de seguro de depósito profundizó el pánico. En 1850, la economía estaba en auge nuevamente, como resultado del aumento de los flujos de especies de la Fiebre del oro de California.