Jorge II y Carolina de Ansbach son coronados rey y reina de Gran Bretaña.

George II (George Augustus; alemán: Georg August; 30 de octubre / 9 de noviembre de 1683O.S./NS - 25 de octubre de 1760) fue rey de Gran Bretaña e Irlanda, duque de Brunswick-Lüneburg (Hannover) y príncipe elector de la Sacro Imperio Romano desde el 11 de junio de 1727 (OS) hasta su muerte en 1760.

Nacido y criado en el norte de Alemania, George es el monarca británico más reciente nacido fuera de Gran Bretaña. El Acta de Establecimiento de 1701 y el Acta de Unión de 1707 posicionaron a su abuela, Sofía de Hannover, y sus descendientes protestantes para heredar el trono británico. Después de la muerte de Sofía y Ana, reina de Gran Bretaña, en 1714, su padre, el elector de Hannover, se convirtió en Jorge I de Gran Bretaña. En los primeros años del reinado de su padre como rey, George se asoció con políticos de la oposición hasta que se reincorporaron al partido gobernante en 1720.

Como rey desde 1727, George ejerció poco control sobre la política interna británica, que estaba controlada en gran medida por el Parlamento de Gran Bretaña. Como elector, pasó doce veranos en Hanover, donde tenía un control más directo sobre la política del gobierno. Tenía una relación difícil con su hijo mayor, Frederick, quien apoyaba a la oposición parlamentaria. Durante la Guerra de Sucesión de Austria, George participó en la Batalla de Dettingen en 1743 y, por lo tanto, se convirtió en el último monarca británico en liderar un ejército en la batalla. En 1745, los partidarios del pretendiente católico al trono británico, James Francis Edward Stuart ("El viejo pretendiente"), encabezados por el hijo de James, Charles Edward Stuart ("El joven pretendiente" o "Bonnie Prince Charlie"), intentaron deponer y no lograron George en la última de las rebeliones jacobitas. Frederick murió repentinamente en 1751, nueve años antes que su padre; Jorge fue sucedido por el hijo mayor de Federico, Jorge III.

Durante dos siglos después de la muerte de Jorge II, la historia tendió a verlo con desdén, concentrándose en sus amantes, su mal genio y su grosería. Desde entonces, la reevaluación de su legado ha llevado a los académicos a concluir que ejerció más influencia en la política exterior y los nombramientos militares de lo que se pensaba anteriormente.