En una revolución en Portugal se derroca la monarquía y se declara la república.
La revolución del 5 de octubre de 1910 supuso el derrocamiento de la monarquía portuguesa centenaria y su sustitución por la Primera República Portuguesa. Fue el resultado de un golpe de Estado organizado por el Partido Republicano Portugués.
En 1910, el Reino de Portugal estaba en una profunda crisis: ira nacional por el Ultimátum británico de 1890, los gastos de la familia real, el asesinato del Rey y su heredero en 1908, el cambio de puntos de vista religiosos y sociales, la inestabilidad de los dos partidos políticos (Progressive y Regenerador), la dictadura de João Franco, y la aparente incapacidad del régimen para adaptarse a los tiempos modernos provocaron un resentimiento generalizado contra la Monarquía. Los defensores de la república, particularmente el Partido Republicano, encontraron formas de aprovechar la situación. El Partido Republicano se presentó como el único que tenía un programa capaz de devolver al país el estatus perdido y colocar a Portugal en el camino del progreso. Tras una reticencia de los militares a combatir a los casi dos mil soldados y marineros que se rebelaron entre el 3 y el 4 de octubre de 1910 se proclamó la República a las 9 de la mañana del día siguiente desde el balcón del Ayuntamiento de Lisboa en Lisboa. Luego de la revolución, un gobierno provisional encabezado por Teófilo Braga dirigió los destinos del país hasta la aprobación de la Constitución en 1911 que marcó el inicio de la Primera República. Entre otras cosas, con la instauración de la república se cambiaron los símbolos patrios: el himno nacional y la bandera. La revolución produjo algunas libertades civiles y religiosas.