La reciprocidad, en la política canadiense del siglo XIX y principios del XX, significaba libre comercio, la eliminación de aranceles protectores sobre todos los recursos naturales entre Canadá y Estados Unidos. La reciprocidad y el libre comercio han sido temas emotivos en la historia de Canadá, ya que enfrentaron dos impulsos en conflicto: el deseo de tener vínculos económicos beneficiosos con los Estados Unidos y el temor de vínculos económicos más estrechos que conduzcan a la dominación estadounidense e incluso a la anexión.