El asedio de Jerusalén entre 589 y 587 a. C. fue el evento decisivo de la Guerra Judío-Babilónica, en la que el segundo rey de Babilonia, Nabucodonosor II, sitió Jerusalén, la ciudad capital del Reino de Judá. Jerusalén cayó después de un asedio de 18 meses, después de lo cual los babilonios saquearon la ciudad y destruyeron el Primer Templo. Después de la caída de la ciudad, muchos judíos fueron exiliados a Babilonia, comenzando el período del exilio. Posteriormente, Judá fue anexada como provincia babilónica.
Mientras que la Crónica de Nabucodonosor brinda información sobre el asedio de Jerusalén en el 597 a. C., los únicos registros conocidos del asedio que culminó con la destrucción de Jerusalén en el 587 a. C. se encuentran en la Biblia hebrea.