El Tratado de San Germano se firmó el 23 de julio de 1230 en San Germano, actual Cassino, poniendo fin a la Guerra de las Llaves que había comenzado en 1228. Las partes eran el Papa Gregorio IX y Federico II, rey de Sicilia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El 28 de agosto en Ceprano, se finalizó la paz con la readmisión del excomulgado Federico en la iglesia.
Las negociaciones para el tratado, iniciadas por Federico, comenzaron en noviembre de 1229. La Liga Lombarda, aliada de Gregorio, se opuso al proceso. La intercesión de los principales príncipes alemanes, especialmente el duque Leopoldo VI de Austria y el gran maestre Hermann von Salza, fue necesaria para hacer avanzar las cosas. El negociador más importante del lado papal fue el cardenal Tomás de Capua, aunque el representante real de Gregorio en la firma fue Guala de Roniis.
En términos territoriales, el tratado esencialmente restauró el statu quo ante bellum. Federico reconoció el Estado Pontificio y Gregorio reconoció a Federico como rey de Sicilia y emperador intacto. Se emitió una amnistía general. La mayor concesión fue la entrega de Federico de sus derechos especiales sobre la iglesia en Sicilia. Sin embargo, el tratado a menudo se ha considerado como una victoria para el emperador.
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