Ha habido al menos ocho asedios al castillo de Stirling, una fortificación de importancia estratégica en Stirling, Escocia. Stirling se encuentra en el cruce del río Forth, lo que lo convierte en un lugar clave para acceder al norte de Escocia.
El castillo cambió de manos varias veces entre el control inglés y el escocés durante las Guerras de Independencia de Escocia (1296-1357). En 1299, el castillo estaba en manos inglesas, cuando el condestable, John Sampson, fue asediado por los escoceses. En 1304, Eduardo I de Inglaterra sitió a los escoceses y desplegó máquinas de asedio para obligar a la guarnición a rendirse. En 1337, un asedio de Sir Andrew Murray no logró recuperar el castillo. Entre 1571 y 1585, el castillo fue asediado tres veces por facciones escocesas durante el reinado de James VI. En 1651, Oliver Cromwell capturó el castillo durante su invasión de Escocia. El sitio final tuvo lugar en 1746, cuando Charles Edward Stuart sitió el castillo durante el último levantamiento jacobita.
Las Guerras de Independencia de Escocia fueron una serie de campañas militares libradas entre el Reino de Escocia y el Reino de Inglaterra a finales del siglo XIII y principios del XIV.
La Primera Guerra (1296-1328) comenzó con la invasión inglesa de Escocia en 1296 y terminó con la firma del Tratado de Edimburgo-Northampton en 1328. La Segunda Guerra (1332-1357) comenzó con la invasión apoyada por los ingleses por Edward Balliol y los 'Desheredados' en 1332, y terminó en 1357 con la firma del Tratado de Berwick. Las guerras fueron parte de una gran crisis para Escocia y el período se convirtió en uno de los momentos más decisivos de su historia. Al final de ambas guerras, Escocia conservó su estatus de estado independiente. Las guerras fueron importantes por otras razones, como el surgimiento del arco largo como arma clave en la guerra medieval.