El Primer Concilio de Nicea (en griego antiguo: Νίκαια [ˈnikεa]) fue un concilio de obispos cristianos convocado en la ciudad bitinia de Nicea (ahora İznik, Turquía) por el emperador romano Constantino I en el año 325 d.C.
Este concilio ecuménico fue el primer esfuerzo por lograr consenso en la iglesia a través de una asamblea que representara a toda la cristiandad. Osio de Corduba pudo haber presidido sus deliberaciones. Sus principales logros fueron la resolución de la cuestión cristológica de la naturaleza divina de Dios Hijo y su relación con Dios Padre, la construcción de la primera parte del Credo de Nicea, que ordenaba la observancia uniforme de la fecha de Pascua, y la promulgación de la ley canónica temprana.